La instantánea de Barrowghs era lo proyectado en el lar maríllaco. La realidad se decantó de otro modo. Nuestro cobijo, local de ensayo, fuente de inspiración permanente devino un torbellino de seres vivos que iban y venían, entraban y salían.
Tengo pruebas:
Vinieron a visitarme unos amigos de la tierra del azogue. Alcanzaron el quicio de la mancebía y llamaron al timbre. Olibrius abrió el postigo. En el interior, una multitud. Sin amedrentarse, mis coadjutores (coadjúpilos, decía Bison Ravi) preguntan “Está Paco?” “Quién es Pacooooo?”, transmite Olibrius por encima del fragor imperante. Nadie responde. Tras varios minutos de espera anhelante, la voz de Olibria: “Creo que es uno de los que viven aquí”. Partieron, desengañados, los mercuriales y toparon con Cave Canem en el Andrés, donde me afearon la conducta: no sólo no estaba, sino que nadie de los que se hallaban en lo que yo decía ser mi casa me conocía.
Uno de los visitantes, Pedro Chamorro, permaneció con nosotros varios días. Lo vi poco, pues se integraba fácilmente en cualquiera de las catervas itinerantes. Una mañana, sin duda influido por sustancias tóxicas, me reprochó “Qué mal se va en tu cama”
Aparte Me voy a jacer un poster con ese pedazo de cuadro del Horror Vacui. Artista, queres un artista!!!
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