Ante la valiosísima documentación que se agolpa en el blog, que ya tiene más de dos lunas, esta mañana he decidido hacer una copia de seguridad. La labor me parecía tediosa, pero no: he guardado los post del mes del mes de julio y, claro, los he releído despacito, saboreando.
Y se me ha venido a la cabeza una conversación, de hace un par de años, con los compañeros de Zicután, mientras nos apretábamos una cerveza en espera del comienzo de un bolo. Es de todos sabido que uno de los temas de tertulia predilectos de los músicos es el de despellejar a otros músicos. Por ahí iban los tiros, con respecto a los Popes de nuestros anteriores grupos:
-Es que Olibrius se cree que es un genio y hay que estar a su servicio.
-Lo mismo le pasa a Olibrius.
Intervine raudo:
-Pues no sé de dónde se lo sacan. Yo conozco a un genio auténtico y no es sólo que esté por encima, es que es otro nivel.
Luego les di más detalles, que si el violín, que si la guitarra, la creatividad, el dibujo, ... No sé si los convencí. Lo cierto es que uno de ellos entró hace poco en La tabla del Jamón (ya me disculparéis que haya dado publicidad al asunto, bien que únicamente entre mis colegas más apreciados) y me llamó:
-Tenías razón con lo de tu amigo ése.
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