Gratificante y docto sermón de Moisés que he leído muy despacio para que no se terminara nunca.
Gratia plena y loor por entresacar tan útiles datos de tu privilegiada memoria.
No es lo mío la adulación, pero tus palabras valen su peso en oro.
Esto último puedo avalarlo demostrándolo empíricamente con los ácidos y las estrellas del fiel contraste.
Si de Iquique sólo telarañas y episodios inconexos he conseguido desentrañar en la profunda gruta craneal, con la apertura y desclasificación de los archivos caninocanoros se van a recuperar parcelas enteras musivarias.
De resultas de otra mítica actuación – Los Balbos – la formación cavecana siguió derroteros de lo más variopintos y pizpiretas.
Hubo miembros que se presentaron a las elecciones de ese año.
Yo, que no tenía ni la más remota idea de un proceso judicial, tenía cola de clientes en la puerta de la casa de campo de Aguas Vivas:
Un colgao y su novia poetisa se habían metido en un buen berenjenal por haber roto un escaparate de una tienda de música
para mangar una puñetera flauta dulce…
Una ex enamorada de un cavecantoro afanábase en recuperarlo vía jurisprudencial…
Cuando venían visitas al susodicho predio rural, por hache o por bé terminábamos jugando al escondé y ráspados y pinchados
de zarzas.
Por fin se estrenó mi tema “Niña”, del que adjunto manuscrito y edición posterior con las voces tan maravillosas de las Hermanas Galayo…
Cómo Helmant nos paseaba cada quincena con un loco cacharro diferente en cada ocasión – Opel, Studebaker, Pegaso, 4x4,-por la parte antigua y primorosa de doña Norba Caesarina.
“Norba, norba caesarina
Y escóndete bajo esta tarima…
Pero Norba, norba caesarina…”
O el mismo Norba el griego, el egregio.
Adrian, un profesor irlandés de la Universidad, ingresó con la kena y flautas variadas del Eire en Cave Canem. Su mujer oriental, Reykio, amasaba telas, lanas, hilos y creaba unas deliciosas muñecas. Manejaba el lápiz con destreza. Adjunto retrato.
Ensayábamos a campo abierto, en la loma de Aguas Vivas, entre vacas que excrementaban a sus anchas en estuches de violín y códigos penales, civiles y leyes de enjuiciamiento.
Entre camadas de perros abandonadas en sacos junto a los muros de mampostería que nos separaban del barrio.
Bibliografía:
Poemas del Atrofiao – BBBlaki – Manuscrito – 1977-82
Las Claves del Sol – Poemas astrofísicos – B. B. Lucía Blakey – 2001-3
Gratia plena y loor por entresacar tan útiles datos de tu privilegiada memoria.
No es lo mío la adulación, pero tus palabras valen su peso en oro.
Esto último puedo avalarlo demostrándolo empíricamente con los ácidos y las estrellas del fiel contraste.
Si de Iquique sólo telarañas y episodios inconexos he conseguido desentrañar en la profunda gruta craneal, con la apertura y desclasificación de los archivos caninocanoros se van a recuperar parcelas enteras musivarias.
De resultas de otra mítica actuación – Los Balbos – la formación cavecana siguió derroteros de lo más variopintos y pizpiretas.
Hubo miembros que se presentaron a las elecciones de ese año.
Yo, que no tenía ni la más remota idea de un proceso judicial, tenía cola de clientes en la puerta de la casa de campo de Aguas Vivas:
Un colgao y su novia poetisa se habían metido en un buen berenjenal por haber roto un escaparate de una tienda de música
para mangar una puñetera flauta dulce…
Una ex enamorada de un cavecantoro afanábase en recuperarlo vía jurisprudencial…
Cuando venían visitas al susodicho predio rural, por hache o por bé terminábamos jugando al escondé y ráspados y pinchados
de zarzas.
Por fin se estrenó mi tema “Niña”, del que adjunto manuscrito y edición posterior con las voces tan maravillosas de las Hermanas Galayo…
Cómo Helmant nos paseaba cada quincena con un loco cacharro diferente en cada ocasión – Opel, Studebaker, Pegaso, 4x4,-por la parte antigua y primorosa de doña Norba Caesarina.
“Norba, norba caesarina
Y escóndete bajo esta tarima…
Pero Norba, norba caesarina…”
O el mismo Norba el griego, el egregio.
Adrian, un profesor irlandés de la Universidad, ingresó con la kena y flautas variadas del Eire en Cave Canem. Su mujer oriental, Reykio, amasaba telas, lanas, hilos y creaba unas deliciosas muñecas. Manejaba el lápiz con destreza. Adjunto retrato.
Ensayábamos a campo abierto, en la loma de Aguas Vivas, entre vacas que excrementaban a sus anchas en estuches de violín y códigos penales, civiles y leyes de enjuiciamiento.
Entre camadas de perros abandonadas en sacos junto a los muros de mampostería que nos separaban del barrio.
Bibliografía:
Poemas del Atrofiao – BBBlaki – Manuscrito – 1977-82
Las Claves del Sol – Poemas astrofísicos – B. B. Lucía Blakey – 2001-3
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