La falta de previsión al recargar la batería de la cámara no me permitió obtener demasiadas imágenes, pero intentaré sacar partido a lo poco que tengo. Error imperdonable de principiante que procuraré solventar con enrolle escrito.
Ya es casualidad para la causa de filiación cavecana que mi primer encuentro nada más llegar fuese con Jota Polo de limón, quien reconocióme de inmediato y saludóme con remembranza y aprecio, a pesar de haberle cambiado el nombre al dirigirme a él.
Pronto el abanico de saludos y encuentros se fue abriendo y posteriormente pude saludar al gran Traque Adelaidado y al mismísimo Zar Digna, quien, desposado de corona y oropeles, disfrutaba del evento como un plebeyo más. No pude resistir la tentación de insistir en la necesidad de un encuentro cavecaniano si conseguimos recuperar al extremaño de honor, prestándose con entrega a tan anhelada causa.
Los hermanos Más se goza se comportaron como generosos anfitriones y sólo tengo palabras de gratitud para tan buena acogida.
Con Habbibi Zyd compartí alguna espaciada y me puso al día de encuentros puntuales con antiguos precavecanos a los que no me importaría asistir.
El Dr. Houang Lu, también de ascendencia cipanguesa, como Mossesba San, fijó con precisión ancestros y conocidos de épocas pretéritas, y en parte dedicado a él voy a preparar un próximo introito musiquero, aunque no verá la luz hasta la no sé si lejana liberación de agobios currolaborales.
Lo que no pude cumplir fue mi anhelo de reencontrarme con alguna brawembara de pro, léase Hessa, Baia o Komostala Thiorva, o Laga Valdón, pero en fin, la noche no daba para tanto.
En la actuación de los Lizzy extasiéme ante la maestría del comprometido solista shandynista, cuyos dedos volaban literalmente por las cuerdas. No se arredró ante los problemas tésnicos ocasionados por un budho ampli que quiso quedarse mudo y solventó la situación con recursos y profesionalidad. El momento de mayor apuro fue cuando sus dedos volaron tan rápido que quedaron enganchados en la tupida cabellera rastafariana del entregado vocalista (aclaro que le llega hasta las pantorrillas), y que sólo pudo desasirse con una arriesgada y afortunada maniobra. Una multiubicua Shu pululaba por los alrededores tomando testimonio gráfico de cuanto acontecía, y ya hemos podido ver cómo da buena cuenta de todo ello en este nuestro escaparate tabular.
Por rapto de los cavecanos no pude apreciar como debiera la actuación de los Cría cuervos, aunque sonaban contundentes y contaban con un baterida de lujo. Como bien es sabido, hay un refrán que dice: "Cría cuervos... y tendrás más".
Con puntualidad más británica que extremeña subieron los Bucéfalo al escenario, precedidos por el brillante recitado en off de los versos castúos de Luis Chamizo. Aquello sonaba muy bien. En primera fila niños, jóvenes y talluditos, coreaban las canciones, tanto propias como las basadas en textos de Chamizo y Gabriel y Galán. El concierto alcanzó su punto culminante con la interpretación de “El noviajo”, como puede verse en el primer vidrio obtenido por prolación blákica.
Sorprendióme sobremanera la sobriedad con que varios músicos bucefalianos se comportan en escena. Concentración y seriedad imperturbable en Houang Lu, Habbibi Zyd y Frank O´Matta, mientras el resto sí hacen ciertas concesiones al movimiento y el espectáculo. El almohade lucía una gorrita como tocado, cuyos enganches caían lateralmente, dándole una inusual pinta de rabino judío, prestándose a no pocos equívocos sobre su verdadera religión.
Trompación se entrega con denuedo a sus ritmos baquetales y pinrélicos, mientras es capaz de sostener un plaho en sus labios con absoluto dominio, y encima un micro oportunamente posicionado le permite hacer voces en varios temas. Hizo doblete bateriense o bacteriano, pero como si nada. Está hecho un mulo. Esta inusual foto muestra el momento en que, algo enfadado por el grito improcedente de un espectador, decidió darse la vuelta y tocar de espaldas. Finalmente se calmó la cosa, y en un generoso y entregado gesto, lanzó sus baquetas al público al terminar el concierto, produciéndose graves lesiones entre los asistentes al pelear con fiereza para hacerse con tan preciado obsequio.
El gran violinista Blaki Barrowghs, acostumbrados como nos tiene al transformismo, quiso ser fiel a sus ritos y lució durante el concierto dos tocados, dos, producto del intercambio gorril con un emérito desmadrado y ambiguo común. De ahí que avanzado el concierto portara un hortera sombrerillo floreado en blanco y rosa que no encajaba del todo bien con el aspecto duro que le conferían sus gafas de sol y su camiseta negra, remangada para marcar bíceps kajákicos. En el primer tramo su violín no se oía lo suficiente, supongo que por los mismos problemas técnicos que afectaron a Sha, pero reaparecía intermitentemente para dialogar con los solos punteados del escocés O´Matta. La fotografía inferior recoge un momento sublime, en el que una mano alzada del público intenta acariciar a su ídolo sobre el escenario.
Aficionado es el Carlinhos Browngosa a lanzar con rara habilidad el contenido de una botella de agua mineralizada de 50 ml sobre el público de las primeras y segundas filas. El arco paraboloide que traza con su brazo confiere al líquido un alcance e intensidad inusitados, poniéndonos literalmente a caldo.
Dirigidas a un público entregado, lanza también repetidamente, a grito pelao, frases del tipo:
¡Muchos grupos de rock hay aquí!
¡¿Qué pasa, Mérida?!.
¡Esas palmas, que son gratis!.
¡Lo que no son gratis, pero están en oferta, son los discos que podéis comprar en el Kiosco: 25 takos, 2 discos y 23 canciones, sólo por 5 euritos!.
Este bucefaliano sí que hizo un despliegue de marcha, intentando en todo momento mantener a las masas encendidas. En foto inferior se le ve agitando los brazos cual ángel en vuelo, mientras al guitarrista escocés le surge un extraño apéndice en la cabeza.
El acompañamiento al baile del Tequila en esos peculiares “Popotitos” fue otro momento de éxtasis y desenfreno. Pero nada igualable al breve bailecito agarrao que se marcó Garlinhos con el excelso violinista en “Caló rumano”.
La magnanimidad del grupo viose reflejada en los tres bises y el reparto final de camisetas y discos entre los enfervorizados espectadores. Un tierno infante tuvo que acudir a Primeros Auxilios, debido al boquete en la cabeza que le había producido el pico del doble CeDé que contiene los 25 takos bucefálicos (“bueno, esto último me lo he inventado yo”, pero da emosión al relato). Esas camisetas negras, recuerdo del magno evento, serán sin duda pieza codiciada en futuras subastas e-baynianas, donde alcanzarán sumas astronómicas.