miércoles, 10 de septiembre de 2008

No es bola cristalográfica – Es menhir redondo u ovalado.











El corazón se me sale de las caveas ya canas en cada nueva entrada bloggera
El higadillo se me alegra de oír al Guadiana o al Ebro en su soniquete ribereño
Algo se barrunta cerca del Guadiloba, una cesta mosaica recorre el mundo…
Sin noticias de Campurriano.
Habrá que ir en su búsqueda y captura. Yo llevo la pipa. (De la paz)
O…¿Pasaron de Pasarón? Helo ahí el diu-rema.




Pesquisas historiográficas sobre el origen caverno-cánico de los menhires ciclópeos hallados en un futuro simple.
Fotometría del descubrimiento equidistante y equinoccial a un R-8 Helmant
Morfología céltica y romanoide.





Resultado Sorteo ante rotario para lectores de La tabla del jamón - Mérida 75

Seguimos repartiendo regalos para los lectores del bloggg.
Sorteado ante el Nota el lote-flete de “Helmant Cars Epoque Collection Scale in Hi Fi” ha recaido sobre Ladisláa Mantero Barrowsmann, lectora ocasional número 1475 de nuestro reputa-putatísimo blogggg.
Espero que no nos pisen el Kapi- Raï y lo rifen o lo rifi rafen en la Feria 09.


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No es bola cristalográfica – Es menhir redondo u ovalado.
Aparición de una bola de cristal en Margallo Street

Tras un derrumbe por obras en un edificio anexo a nuestra vivienda alquilada a una señora llamada “Cluequi” quedó a la vista un desván semiderruido.
Es ese inmueble había tres pisos hasta fletados de estudiantes sobre todo de Mérida, Don Benito y Villanueva.
Aquella casa era la percha del cachondeo y había fiestas en el patio del bajo cada día después de una resaca.
Para más flipe los del primero hicieron un intercambio y venían más de 40 o 50 americanas de Minnesota o Idaho.
El menú era siempre el mismo:
Calimocho y sobras del cocido del mismo día puestos en platitos de café.

En alguna de esas fiestorras alguien saltó, con el subsiguiente peligro para las personas y la salud, a la misteriosa buhardilla.
Llegó cargado de pergaminos y papeles amarillentos llenos de polvo y resquebrajados de humedades. Eran carboncillos con desnudos casi a tamaño natural que se deshacían con sólo soplarlos.
Pero lo que traía en la otra mano era más apasionante si cave, canem.
Todos, hispanos y yankees asistimos al desempolve de aquella hermosa bola de cristal de más de 22 cms. de diámetro.
La música del guarteque paró.
La babelia enmudeció.
Los borrachos vomitaron.
Las figuras de carboncillo tomaban vida.
La expedición huía despavorida Margallo Street abajo sin parar hasta la plaza de toros.
Explicación del enigma:
La bola reflejaba en su interior los rostros de los 50 expedicionarios y detrás se derrumbaba simultáneamente el medio dobladillo que aún se tenía en pié.
Allí quedó el mágico artilugio translúcido. En el tercer piso auscultando con su gran angular los restos de la morada espirituosa en la que ejerció su labor visionaria.
Moraleja:
Nunca se debe sacar una bola mágica de su lugar prístino y protomartiral so amenaza de derrumbamiento.
Cada bola tiene su Kapi Raï.
Tengo testículos, digo, testigos.

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