He estado esta noche con Antonio Gómez, poeta visual, artista, personalidad poliédrica, alma del Alcandoria emeritense. Charlamos un rato durante la prolongada espera de un concierto en el Museo Vostell Malpartida que al final no ha podido celebrarse por problemas técnicos. Me he atrevido a mencionarle el blog, puesto que en alguna entrada se ha citado su mítico local y alguna experiencia ligada al mismo. No sé muy bien qué opinará de nuestros desvaríos blogueros, quizás demasiado personales para captar su interés, pero conoce a Blas y sabe de sus virtudes, así que quién sabe. En noviembre pasado intervino en un Seminario que organizamos en Cáceres sobre arte y archivos, y pudimos ver el alcance de sus aportaciones a lo largo de una muy larga y sólida trayectoria.
Sería en la época de la Cantata de Iquique cuando lo conocí en Mérida, pues me dice que asistió a la obra o alguno de los ensayos. Paco cree recordar que estuvimos con él en su casa o en el local y nos regaló alguno de sus primeros libros editados. Con el tiempo me he ido haciendo de otros muchos, aunque creo que el que citamos fue la edición colectiva 20 poemas experimentales, que acabo de revisar en la estantería. Recuerdo que nos contó algunas de las experiencias que había llevado a cabo en Cuenca, y que me causaron gran impacto por lo insólito y atrevido de las propuestas, para mí entonces deslumbrantemente innovadoras. En una de ellas cada miembro del grupo empujaba desde un punto distinto de la ciudad una gigantesca letra, para reunirse en una plaza céntrica y formar la palabra: AGONIZANDO. En otra, repartían por la calle octavillas en blanco.
Maestro reconocido ya nacional e internacionalmente, es un lujazo que siga al pie del cañón desde Mérida e impartiendo talleres y cursos. No sería descabellado plantear que la Junta o alguna institución adquiriera su fantástico archivo, pues guarda una parcela importante de nuestra cultura.
viernes, 19 de septiembre de 2008
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