IV
De una morada fantasmagórica al tugurio sito en el terraplén de los gitanos. Mal
cimentado sobre lo que fuera un taller de vidrio romano. Tórrida zona de Sol
omnipresente que funde las piedras y licúa las brevas. Sólo es soportable de
madrugada, con la brisa de los meandros de Don Álvaro y si viene una nube de
olor a colines y molletes de Otero.
El fontanero me ha dejado tirado como una puta colilla, a sabiendas que los
albañiles de garnacha a las tres de la tarde han taladrado la arqueta:
-“Tráeme una resilla, que la vamos a poner aquí provisional”, me ordena el
maestro.
Le acerco la carretilla con el cemento y el ladrillo al tiempo que ruge:
_”¡Ésa no, pelúo atontao; aprovecha las que están rotas...¡. Acércame, si no, un
azulejo”, mientras acelera el estruendoso martillo neumático.
Voy en bicicleta en un santiamén a casa para recoger un surtido de azulejos
floridos que tampoco satisfacen al albañil. Abandona el taladro en la cañería,
rebusca en la C-15 encontrando por fin un par de losetas de gres.
Tanto ajetreo para que no llegue a tiempo y en su lugar haga aparición por el
boquete la primera pareja de ratas.
Las cartas enviadas desde Brescia por Guiuglielmo Achile Cavellini eran
verdaderos sobres sorpresa. Con la foto que me ha enviado subido en una
motoreta acorazada pintada verdiblanca estoy sobreimpresionado. Jamás llegué a
conocerlo en persona. Cuando llegué a Venecia sus pegatinas estaban por todas
partes. Él, se denominaba pintor “historicista”, vocablo que inventó para abogar
por el reconocimiento en vida de los pintores. De los sobres salían fotografías,
postales, libros de familia lujuriosamente trucados en preciosas ediciones.
Cierta vez, recibí una misiva con pegatina adjunta en la que dibujaba, en blanco
sobre rojo, una vaca despiezada y en cuyos fragmentos situaba a diversos
pintores. Mi nombre lo situó en el frontispicio del animal.
Me llaman Luigi en un pueblo castellano, de adustos y cejijuntos brujos
zamoranos, y lo más que poseo es una ristra de ajos galardonada en la feria de
las Tres Cruces.
(…)
De “Reloj de un sereno” - Obra citada – BBBlaki – Artkeo Atrivm Editions
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