Miguel Gallardo es, sin duda, el guitarrista más elegante que yo haya tenido la fortuna de frecuentar. Pasamos innumerables tardes dándole a la cuerda y al gorgorito. Su especialidad de entonces era Paul Simon, de quien conocía hasta el último entresijo. Solía recriminarme mis desafinos en la voz, pero sé que lo hacía por mi bien. Me enseñó, con infinita paciencia, a tocar este Blackbird que, en la actualidad, sigo usando para sonorizar la guitarra.
domingo, 27 de julio de 2008
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