Crónica de un cónclave anunciado

Nefecto, eventus consumatus est. Tras la reunión parcial peñalsorderacordubense, el otro sector crítico de la Cavecania ha tenido oportunidad de reunirse en Terra caesaraugustana.
Una cuestión laboral ha permitido que Mow y Lalo pudieran tener un breve pero intenso encuentro extremaño. Tratábase de la lectura de un trabajo sobre el escultor Paulus Serr ano, que rima con enano, verano, zaragozano, veterano, y por supuesto cavecano.
En la tarde previa al acto el zapatófono ponía en contacto a los dos protagonistas del acto. Desde el hotel mówico, paseíto charladero e inquieto por las arterias principales de la villa, con actualización de conocimientos y puesta al día.

Dirigimos nuestros pasos en pos de la Plaza de la Pilarica, “el barrio” donde mora nueso ínclito cavecano de honor. Por el camino fuimos oficialmente reconocidos.

La emoción invadió al impresor cipangués al contemplar la fachada de tan magno templo, tantas veces vivido y recordado desde la infancia.

La solemne mansión de nuestro magíster se encuentra protegida en sus aledaños por venerables seres y extraños artilugios, tan sólo evocados en los tiempos de la precavecania.

Una imagen harto inquietante presidía el escarapate. Cierto escalofrío recorrió nuestros lomos al observarla con atención. La causa última sigue siendo un misterio.

Ya en la casa, en velada convenientemente espaciada, el que suscribe tuvo oportunidad de degustar en primicia exclusiva los avances del último proyecto musical gestado por nuestro gran músico. Zicután da paso a otro grupo, aún sin bautizar (ojo al dato), que busca una vía de experimentación y modernización del folklore patrio y que en los ejemplos escuchados sonaba francamente bien.

Un frondoso mañolio brinda su sombra a la plaza, que en verano realmente hierve. Fermosa y agradecida especie, que vemos desde la copa, y que con su verdor pone una nota de color y alivia la calor, sí señor.

En la plaza estaban acampados los del colectivo del 15-M, superbien organizados, con las tiendas distribuidas en calles en un despliegue multicolor sin precedentes. La balconada permitía una vista privilegiada de tan insospechada acampada.

Hasta el insigne Goya (en una estatua horrorosa de Marés, por cierto), presidía la revuelta, descansando sobre su muro.

Carteles orientativos y reivindicativos aparecían por doquier. ”Esta es una zona de lucha, no de botellón”, aclaraba una de las cartulinas pegadas en muros y farolas.

Una espiral informativa poblaba los suelos despertando la curiosidad de los transeuntes, que vagaban pacíficos alrededor de los pacíficos indignados.

Quisimos inmortalizar la ocasión con un daguerroafoto conmemorativo, para lo cual nos dirigimos a un amable señor que resultó ser el más torpe del pueblo. Increíble. Tras explicarle el complicadísimo manejo de la cámara (que consistía básicamente en mirar y apretar un botón), el resultado del retrato es el que puede verse en la imagen. Nunca un cavecano salió tan favorecido. Qué dominio del parato y el encuadre, del contraluz, de los píxeles y la velocidad de obturación.

El regreso hacia el hotel de forma un tanto precipitada puso fin a la reunión, y tanto los compromisos del cipangués como las sesiones de grabación discográfica del milialense impidieron un nuevo encuentro en la tercera fase. Habrá sin embargo nuevos cónclaves que celebrar y disfrutar por el bien y la continuidad de la Cavecania nuesa. El otro 50% del evento tiene total permiso para añadir o modificar lo que sea menestrés.