“Un cacahuete flotando en una piscina… ¿sigue siendo un fruto seco?”

En algunos de los últimos comentarios descubríamos que los cuartos de baño sirven para muchas cosas, incluso para tocar la guitarra con sonoridades inesperadas. Del mismo modo suele oírse que existen “lecturas de cuarto de baño” (en Madrid llamadas “lecturas de Metro”), por su brevedad y carácter distendido. Mucho personal aprovecha dichos momentos para leer humor, y es una actividad de lo más sano y reconfortante.
A mí me gusta leer humor, aunque no necesariamente sea en lugar tan estratégico. Inmerso como ando habitualmente en laburos librescos carpetovetónicos de diverso talante, es una válvula de escape oxigenante que ayuda a desengrasar las neuronas bastante.
Siguiendo la estela de aquel estupendo programa que inauguró Canal +, en los últimos años se están publicando muchos libros de monólogos. Se han ido editando los del “Club de la Comedia”, pero también Santillana ha ido sacando textos de Pablo Motos, de Faemino y Cansado, o más recientemente han salido los de Buenafuente en Planeta…
Prometo subir en algún momento algunas de las frases de Pablo Motos en “No somos nadie”, programa de radio previo al Hormiguero y que contenía momentos estupendos.

Pero ahora me quería centrar en otro tipo, que fue el ganador de la primera edición del “Club de la Comedia”, con un monólogo paródico sobre esas cajas de bombones y de galletas que guardamos por si hay visitas.
Me refiero a Luis Piedrahita, apodado “El Rey de las cosas pequeñas”, por los temas que tocaba, y que en su última etapa se ha destapado adentrándose en terrenos alternativos, y encima haciéndolos fenomenal. Es un mago excelente, y hace un par de años filmó su primera película para el cine: “La habitación de Fermat”, que estaba francamente bien y mantenía la intriga y la tensión hasta el final. Muy recomendable.
Antes de aparecer como mago en “Nada x aquí”, o “El Hormiguero”, tuvo durante algún tiempo una sección en la que comentaba las traducciones y la letra pequeña que aparecía en los artículos importados, con algunos momentos descacharrantes.
Bueno, pues Piedrahita tiene publicados tres libros con sus monólogos y eso es lo que quería comentar.

Porque todo este rollo me ha salido para en definitiva daros a conocer esa frase del título, antológica, en la que formulaba la pregunta:
“Un cacahuete flotando en una piscina… ¿sigue siendo un fruto seco?”

No me digáis que no es genial.
También se ha hecho otras preguntas en diferentes momentos, como:
¿Se guardan los ríos en cajas de caudales?
¿Cómo se hace el colchón de una cama redonda?
¿Cada cuánto hay que echar a lavar un pijama? ¿Cuántas veces hay que ponerse una camiseta para que ésta pase a la categoría de pijama? ¿Y cuántas noches ha de pasar una camiseta de pijama para pasar a limpiar cristales? Dedicó un gran monólogo a los pijamas, esos grandes desconocidos. Nos metemos en la cama con ellos y apenas los conocemos de nada.

Como cada monólogo está dedicado a un tema, pone breves subtítulos debajo, a modo de definición, que están muy bien:
“Los marcos. Seres incomparables”.
“El pegamento. Un invento loable y yo lo loo”.
“El vaho. La niebla de los pobres”.
“Las pinzas. Funambulistas del patio de luces”.
“Los cojines. Sienten que te sientes”.
“Los productos de limpieza. No dejéis que nos niños se acerquen a mí”.
“Objetos para ser vendidos cerca de las cajas de los supermercados. Los últimos en apuntarse al carro“.

Pero en sus páginas encontramos grandes asertos filosóficos de hondo calado:
“Dios hizo el mundo en siete días… y se nota”.
“En este mundo hay dos tipos de países: aquellos en los que hay más pies que zapatos y aquellos en los que hay más zapatos que pies”.

Otras frases están en la línea de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna:
“El paraguas es el hijo bastardo de un bastón y un murciélago”.

Pero quizás donde se mueve más cómodo es en el terreno de lo cotidiano, y van aquí algunos parrafitos:

“Todo el mundo sabe que las mochilas se inventaron para que a los niños, al salir del colegio, no se los lleve el viento. Como los niños pesan poco y tienen una imaginación eólica, o los lastras con Matemáticas y Física, o al salir del cole se vuelan”.

“No sé porqué ponen una goma de borrar en el extremo del lápiz, porque borrar no borra. Emborrona, mancha más. Es como la goma que borra boli, la otra gran mentira de la humanidad. Hombre, lo borra, pero a costa de hacer un agujero en el folio. Otro gran enigma es porqué en las cajas de Alpino no había un lápiz color carne, que tenías que pintarle a los señores la cara de rosa o de marrón, y ninguna resultaba bien”.

“El peor momento de una maleta es cuando la dejas en la cinta del aeropuerto. Te da una pena… ella te mira, como diciendo: “No me dejes”, y luego sale chafada, sucia, con cara de estar pensando: “me han sodomizado”. De hecho, hay maletas rechazadas, que se quedan en la cinta dando vueltas y te miran desde la cinta diciendo: “Lléveme con usted, por favor”. En ese momento piensas: “Cómo está Iberia, que a esta pobre maleta le han perdido el viajero””.

“El peor de los picores es el de espalda. Porque es un picor inteligente. Sabe en qué punto de la espalda colocarse para que sea imposible llegar con las dos manos. Es tierra de nadie. Para solucionarlo hay que pedir ayuda a las madres; esas uñas de madre largas, duras… son lo mejor para los picores de espalda. Creo que Marco salió a buscar a su madre porque le picaba la espalda”.

“Imagina que eres bombilla y te pintan de rojo. En ese momento no sabes si vas a servir para conmemorar la Navidad o para atraer a los hombres a un burdel. Aunque si el portal de Belén estaba iluminado como los que se ponen ahora en los nacimientos, casi no hay diferencia. De hecho, para mí que los pastores y los Reyes llegaron allí buscando otra cosa. Si no, ya me dirás para qué llevaban oro, incienso y óleos perfumados… “El portal de Belén” es la casa de una tía, te pongas como te pongas”.

Se ha ganado el apodo de Rey de las cosas pequeñas cuando dedica por ejemplo un monólogo a los topecillos blancos que viven debajo de la tapa del váter. Los pobres no tienen nombre y viven a oscuras. No tienen ojos y es lo mejor que les podía pasar, para no ver la vida de mierda que les rodea.

Bueno, puede bastar por hoy. Ya da para un buen ratillo entretenido.
En “Tu tubo” se pueden encontrar un gran número de monólogos, y merece la pena ocupar un rato con ellos, pues son fantásticos. Pero como Blogger no me deja subirlos con ventanita, opto por remitiros directamente a su página web, que incluye muchas cosas, y entre ellas ese monólogo de las cajas de bombones y de galletas, que es verdaderamente genial. También son muy buenos el de los juguetes de playa y el de los caballitos de mar. Y tantos otros…

http://www.luispiedrahita.com/.