PERIPLANÇIA I
Recoloqué la alarma del nuevo celular.
Lustros ha que no madrugaba tali modo.
Ni siquiera reparé en las diferencias horarias.
Sólo me guiaba la voluntad de cumplir el contrato chaabi-almaridï en tierras lusas y volver intacto a Mãrida.
Madrugón con el musculamen dolorido, para eso tánto remar y remar.
Las vértebras lumbares gritaban ante la posibilidad de cuatro o cinco horas de volante.
A mi izquierda como un rinoceronte postrado se recortaba sutilmente la silueta de la Sierra de Arroyo.
Diené el depósito de 95 sin chumbo, pos en la provincia anexa a la Cavecania de Olissipo aún resultaba de más alto coste tanto en maravedíes como en dinares.
Fume mi último cheste y las vegas bajas iban perdéndosi en el retrovisor
apenas esbozadas.
De cuando en cuando aparecían en la cuneta hermosas flores esféricas del ajo.
-Dejémos ahora el ramillete, me convencía para no ir parando cada kilómetro y demorar así la marcha.
Mientras la furbona devoraba millas en silencio parcial, sólo cercenado por el traqueteo de la puerta trasera cerrada a presión me daba la sensación que mis pasos hacia la mítica Olissipo ya estaban descritos en mi relato de juventud El menhir de cuarzo.
Ni una sóla carrinha, ni una singular Rieju de campesino se cruzaban por la autoestrada.
Ésa madrugada no había café y un nescuit sin madalena o sobao ocupaba mi estórgamo.
La mezcla de ello con el segundo cheste atacó mis vísceras merecidamente.
Aún no había amanecido y las tripas ya coreban el Agora Fame de Sher Vleyddï.
No hallaba posadas o bares para restablecerme, sólo una luenga carretera llena de niebla se aparecía ante la luna sucia de la furbona o hurgona, mi yegua Fedusa o Forgona.
Niebla de mayo, espesa como el nescuí tabacado.
Un cuervo o grajo daba el topetazo contra la parte de la luneta perteneciente al inexistente copiloto. Muerte temprana.
Recapacité y no quise ser agorero.
Quizá fuera un gurriato o un elanio azul.
Por lo peligroso del camino no pude parar para ver el estropicio.
Al fin se divisaban unas luces de motel.
Todas las endorfinas se alineaban en attendant lo mejmo:
Unas suculentas torradas con mantenga y un galão reforzado tras un sorbo con dos bicas.
-Non ha turradas.
La negativa de la posadera enervóme sobremanera.
En su defecto elegí de la bandeja de pasteles una tartarela de hojaldre rellena de pollo.
Sabor salado.
Algo se me había quedado entre los mogollones interdentales.
Tratábase de un huesecillo aviar.
Pagué raudo y fuime.
Unas esculturas-collages de mármoles de Borba y Estremoz me dio justo tiempo de daguerrotipas desde el vehículo.
Atrás dejaba canteras interminables y cráteres circundados de montañas de pedruscos.
Por un momento vi a un miquel-angelo rebuscando su piedra filosofal entre los ripios.
Un tibio sol aparecía timidamente por mi espalda e iluminaba lomas lejanas y alcornocales a media distancia.
La niebla resurgía y todo lo borraba.
Tentado de rebuscar en la guantera la vetusta cinta pollínica de Guinga, la invisibilidad y el frio en la caravana fletada hasta las trancas hiciéronme desistir de édio.
Susurrémela interiormente para vencer el miedo ancestral a la niebla gris casi parda.
Lustros ha que no madrugaba tali modo.
Ni siquiera reparé en las diferencias horarias.
Sólo me guiaba la voluntad de cumplir el contrato chaabi-almaridï en tierras lusas y volver intacto a Mãrida.
Madrugón con el musculamen dolorido, para eso tánto remar y remar.
Las vértebras lumbares gritaban ante la posibilidad de cuatro o cinco horas de volante.
A mi izquierda como un rinoceronte postrado se recortaba sutilmente la silueta de la Sierra de Arroyo.
Diené el depósito de 95 sin chumbo, pos en la provincia anexa a la Cavecania de Olissipo aún resultaba de más alto coste tanto en maravedíes como en dinares.
Fume mi último cheste y las vegas bajas iban perdéndosi en el retrovisor
apenas esbozadas.
De cuando en cuando aparecían en la cuneta hermosas flores esféricas del ajo.
-Dejémos ahora el ramillete, me convencía para no ir parando cada kilómetro y demorar así la marcha.
Mientras la furbona devoraba millas en silencio parcial, sólo cercenado por el traqueteo de la puerta trasera cerrada a presión me daba la sensación que mis pasos hacia la mítica Olissipo ya estaban descritos en mi relato de juventud El menhir de cuarzo.
Ni una sóla carrinha, ni una singular Rieju de campesino se cruzaban por la autoestrada.
Ésa madrugada no había café y un nescuit sin madalena o sobao ocupaba mi estórgamo.
La mezcla de ello con el segundo cheste atacó mis vísceras merecidamente.
Aún no había amanecido y las tripas ya coreban el Agora Fame de Sher Vleyddï.
No hallaba posadas o bares para restablecerme, sólo una luenga carretera llena de niebla se aparecía ante la luna sucia de la furbona o hurgona, mi yegua Fedusa o Forgona.
Niebla de mayo, espesa como el nescuí tabacado.
Un cuervo o grajo daba el topetazo contra la parte de la luneta perteneciente al inexistente copiloto. Muerte temprana.
Recapacité y no quise ser agorero.
Quizá fuera un gurriato o un elanio azul.
Por lo peligroso del camino no pude parar para ver el estropicio.
Al fin se divisaban unas luces de motel.
Todas las endorfinas se alineaban en attendant lo mejmo:
Unas suculentas torradas con mantenga y un galão reforzado tras un sorbo con dos bicas.
-Non ha turradas.
La negativa de la posadera enervóme sobremanera.
En su defecto elegí de la bandeja de pasteles una tartarela de hojaldre rellena de pollo.
Sabor salado.
Algo se me había quedado entre los mogollones interdentales.
Tratábase de un huesecillo aviar.
Pagué raudo y fuime.
Unas esculturas-collages de mármoles de Borba y Estremoz me dio justo tiempo de daguerrotipas desde el vehículo.
Atrás dejaba canteras interminables y cráteres circundados de montañas de pedruscos.
Por un momento vi a un miquel-angelo rebuscando su piedra filosofal entre los ripios.
Un tibio sol aparecía timidamente por mi espalda e iluminaba lomas lejanas y alcornocales a media distancia.
La niebla resurgía y todo lo borraba.
Tentado de rebuscar en la guantera la vetusta cinta pollínica de Guinga, la invisibilidad y el frio en la caravana fletada hasta las trancas hiciéronme desistir de édio.
Susurrémela interiormente para vencer el miedo ancestral a la niebla gris casi parda.
15 comentarios:
qué bien te lo montas, yo todavía toy con la resaka científica, arggggggggggggggggggggg, ya me vale
Resaca científica???
yo si que no logro descifrar tu nomenklator..!!!
Me envió un CD con las fotos de Buce en Extremusika y algunas de la Plaza nuestro buen Mane.
, He ido a echarme un plaho a la terraza y he visto algunas estrellas, la constelación de la Lira, me páije que era...
de pronto se man venío al coco multitud de pensamiénetos, a velocidad de vértigo y tánato como estrelas estaban visibles...
ahora pasa una procesión por akí abajo..
óndia ..
projesiones en verano casi?¿?
Ésto es Macondo !!!!,
Achoooooooooorrrrrrrrrrrr...
bbav jto kóñháyáaaa..!!!
Los de la porcesión van vestíos de almirantes y van tocando ahora mismo:
EL HIMNO DEL MÉRIDA !!!!!
Me pellizco...
Síiii...!!!
Canzonetta
UN ABARZO PRA LALO
UNO BETO PRAU LÁLIO
UN MOLLETE PAL BOHOYINO
COPO COPA PA PACO POLLINO
lindo paseo tas pegao
subscribo los abrazos pa seño Paco
yo tambien, abrazos para Paco
Y yo tamién
Beikiños y mucho ánimo maese Paco. Tabrazo el miércoles.
Muchos abrazos cibernéticos pa tós. lowla me lo ha dao en persona esta tarde
As Olissípicas: Poema-relato-río atribuido largo tiempo a Luis Vaz de Furgões. Sin embargo, los últimos estudios parecen apuntar a que se debe a la indómita pluma de Sher Vleyddih, el cavecano. [...]
Hay críticos que incluso aciertan a aproximar el estilo de As Olissípicas a algún otro de los relatos que la tradición afirma escritos por este personaje que, no lo olvidemos, algunos consideran mítico.
Agora fame
agora sede
agora subirme
polas paredes
Lo acabo de leer..!!!
LACABBO DE LEER..!!
El Agora Fame..!!!!
ésto es MAGNÏFICO
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