La Tabla, regalo del fatum. Los rizos de Hessa Thiorva

No me atrevía a preescribirlo en word previo.

La premeditación me asustaba.

Van Khario colgó el casco de moto enterizo de la percha saturada de anoraks y pellicas.

El olor de su loden predominaba sobre el aroma general a chotuno.Tomónos por el cuello a Hessa y a mi, que con certera ductilidad serpenteante digital palpaba casi el calibre exacto del tatoo.
Por otro lado, a media tarde, la diligencia llegaba a las puertas de los muros y fosos de mampostería de la finca de Dam, dos inesperados visitantes ilustres.

Con gran parsimonia, pues la hinchazón pinrelar contraida en Catay le daba aún más majestuosidad y lustre al impresor cipangués, bajó los tres peldaños del carruaje.

Mastines y fox-terrieres corrieron a su encuentro lamiendo y rasgando los bordados del refajo cardenalicio de San, sumiendo a éste en trance de amor canino.

Tras él se apeó el coadjutor Eulalio Bohoyino, ataviado con levita y monóculo, vara de mando y accesorios de Motolectrix - juego reciclavecanecatorio ideado por Biaggo Varrous.

Palpando y palpando llegué hasta la zona de Humedal de Hessa, estornudé
sonoramente intentando despegarme del pegajoso de Khario, cada vez más plomizo y plasta.

En ese requiebro mis dedos chocaron con masa dura, no cavernosa, sino rígida y fresca como fibra de vidrio cavecanoica.

Dam salió de la cabaña avisado por el mayordomo Poincaré de la llegada de visitantes desconocidos.

El peristilo de la cabaña estaba infestado de bestias. Búfalos, ibis d,Egypte, ñús, bucéfalópodos de toda índole, ñandús, ningüinos del Yukkon, mariposas, marsopas... que se apartaban al paso del ganadero Damien Greim, el greñoso y gruñón armado con un báculo crisoelefantino.

Tras un cruce inusitado de exapruptos y muecas vanas Eulalio intentó mediar, pues Poincaré le envió un giño.

"- Calma, amigo, Dam dices que te llamas, no venimos a enturbiar su siesta. Sólo queremos saber el paradero de Larry Queigon, su proel Kamp Urriana, de Sestao y Vlador, tabularpista insíñe.."

Bajó de inmediato el báculo y lo apostó en la cerca.

Las bestias volvían a invadir el zaguán.

Una brisa con tules de lavándula stoechas y heno de pravia como un ramalazo se mezclaba con el hedor a estiercol y a heces de ñandúes.

Por un momento los cencerros barruntaban la tragedia en la dehesa.

Por el contrario, las palabras de Eulalio parecieron gustar al cafre de Dam, que asiendo del codo al bueno de Mossesba, dirigió a éste por las luengas escaleras de caracol que perorbitaban el chozo y a la entrada de éste regalóle unos tiestos de geranios que él mismo se jactaba de cultivar

en estado salvaje, a la intemperie, con agua de la mismísima Albuera.

Sonrióle, arsa, óle, pisha, el muy impresor con sonrisa de medio lao al asqueroso de Greim, que daba más grima que una olimpista de esgrima, esgrimiendo para sí como argumento que no se fiaba de él ni mijita.

Nada más acceder al interior, el malvado ganadero quiso hacerles la misma jugarreta que a los precedentes: agasajo con khaprocanaes y conocimiento del fuego.

La intuición de Eulalio tipo maxwellsmartiana le hizo estalló en enojo increpando voz en grito:

-Pero, ¿Nos va decir de una vez donde tiene retenidos a nuestros amigos?

(Continuará...)







Fotos: Los rizos de Thiorva - BBBlaki Performance 08

Exposición de motivos:

Totá, que he estao más de 1 hora escribiendo-improvisando ésto mientras subía un virdeo y

al final no ha subío. Ya, lo dejo, y encima, en cursiva.