He estado con Paul Warrior

De forma casi sorpresiva vi un cartel hoy en el que se anunciaba esta tarde noche un recital poético de Pablo Guerrero en la Facultad de Filosofía y Letras. Me coincidía con el final de una clase, así que he podido ir.
En un introito minutomusical en el que hablaba de cantautores ya comenté hace tiempo que el pobre se nos ha quedado sin voz, y sólo cantarecita. Ahora el hilillo de voz quebrada y sin fuelle fiato no le da casi ni para hablar.
Con todo ha sido una buena experiencia. Ha escrito dos o tres libros de poemas y nos ha leído una selección durante unos 30 o 40 minutos. No se ha hecho largo. Hace algún tiempo, con ironía, le decía a mi sobrino David que vivir con Leonard Cohen debe ser la bomba. Pues algo parecido a una fiesta perpetua debe ser también convivir con este hombre triste y taciturno, pero capaz de escribir textos realmente hermosos.
Sigue siendo un gran poeta, y la gente estaba arrenphada. 50 o 60 personas en el Paraninfo, en un silencio absoluto, y sus palabras imágenes fluyendo en el ambiente.
En el coloquio posterior tenía muy clara la diferencia entre un poema y una canción, aunque asume sus similitudes. Parafraseando a otro autor, vino a decir que los poemas son aquellos a los que no puede poner música, pero no es del todo así, y también lo dijo. Prepara un disco con 15 poemas de otros escritores musicados por él.

Un día cambió todo, fue un disparo de tiempo. La recuerdo muy bien, y hoy que te amo, mujer amiga y compañera, por debajo del agua te busco el pelo, porque tu cabeza está llena de bicicletas blancas y tu cuerpo atento. Busca la gente de mañana, y vamos a tapar la calle, evohé, porque amamos el fuego, ya viene la galbana y tiene que llover a cántaros.