lunes, 15 de septiembre de 2008

Vorágine



Fuerza es reconocer la vorágine que invadía habitualmente la vivienda marillaica. En unos casos, no recuerdo los nombres, en otros, nunca los he sabido. Algunos, estampaban su firma en el cartel, los más se limitaban a entrar, reírse un rato y pirarse. A partir de ahora, con intrépida innovación narrativa, designaré a los inidentificables como Olibrius (los de género masculino) y Olibria (los de género femenino).

 

Olibrius y Olibria acudían con frecuencia a Santa Luisa de Marillac. Llamaban a la puerta y, una vez que los goznes permitían el contacto visual, él demandaba un tálamo. Ella, vestida de negro, no abría la boca, al menos en nuestra púdica presencia. Encaminábanse al habitáculo desocupado, cerraban la puerta y solazábanse.

¡Qué desinteresada labor, la de Cave Canem, en pro de la libertad sexual!


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