miércoles, 3 de septiembre de 2008

Nomenclatura Blákica



A ver, a ver, que se me acumula el trabajo.

No se engaña el príncipe Vladimir Barrosovich en lo que concierne al origen de la denominación “Cave Canem”. Procede de Astérix. Ecco la viñeta. Entronca el nombre con la costumbre que teníamos de usar, bien que a nuestra guisa, todo tipo de latinajos: Qué pasa vobiscum?, amigable saludo, Thesaurum sub sole latet, Hannibal, carthaginiensium dux, urbem Saguntum delevit. Barrero y yo solíamos pedirnos tabaco con una perifrástica pasiva Cigarrum dandum est tibi. Las enseñanzas del Silverio, en salesianos, y del Titi, en el Santulalia, son indelebles.
Es cierto que tecleando “cave canem” en gúguel sale todo tipo de información: bandas de rock, oenegés, partidos políticos, hoteles de cinco estrellas, alquileres de limusinas, clubs de macramé, asociaciones para la defensa del berberecho cántabro, pero ello no oculta el origen libresco de nuestro nombre

Tampoco se engaña Blas en cuanto a la mesa Marillakiana. Precisaré que, en un primer momento, sí tenía falda, pero la perdió. Ello debióse a que usábamos como cenicero una pieza de helicóptero, aportada por Helmant, que tenía un agujero en el centro. Dicho agujero era indefectiblemente usado por los visitantes para apagar sus cigarrillos, con grave menoscabo para la falda, primero, y para la mesa, después.

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