domingo, 19 de octubre de 2008

La traducción II


Son los Gaieumbari pueblo con muy notable afición a la música, si bien de un modo algo rústico. Tan sólo conocen un instrumento, que construyen a partir de una maderita con cepo de hierro, utilizada normalmente para sustentar uno de sus manjares predilectos. Todos ellos saben tañerla, con mayor o menor pericia, siendo el más celebrado tabularpista el almohade Habbi Zhydd. Cuando la ven desocupada, tienden un número variable de cuerdas de las que extraen sonido de dos modos diferentes: los folkii con los dedos y los rockerii con plectro. También hay diferencia entre los cantos de unos y otros. Los de los folkii suelen estar en su propio  idioma, mientras que los rockerii utilizan una lengua que Plexiglas, nuestro intérprete griego, no ha conseguido reconocer. Y eso que habla con fluidez cuarenta y ocho idiomas, que ha aprendido visitando todas las casas de lenocinio del Imperio. Opina que se trata de una variante enloquecida de algún dialecto sajón.

Si aplicamos a su música la clasificación de Cleónides, tan sólo parecen conocer la octava lidia y la hipodórica, si bien las utilizan de una manera harto curiosa: rehúsan cantar la misma línea melódica y cada uno de ellos evoluciona por un tetracordio diferente. Tejen así unas redes polifónicas tanto más apreciadas cuanto más complejas.

A veces, cantan sin acompañarse de la tabularpa, sirviéndose tan sólo de sus voces. Es un sistema empleado específicamente para adquirir un género de buñuelos al que parecen ser adictos. Así, miran fíjamente al vendedor y entonan “Cinco duros de churrooooooos”.

Ignoramos por qué razón, a algunos Gaieumbari no se les permite cantar. No obstante, los proscritos del canto intentan aprovechar el menor resquicio para introducirse subrepticiamente en las polifonías. Son silenciados con malos modos.

Prueba de la enorme importancia que otorgan a la música es el hecho de que, periódicamente, organizan certámenes o juegos circenses, para discernir quién es el mejor intérprete. De la preparación de uno de ellos, me fue dado escuchar el siguiente diálogo entre el rockeri Del Hígado y el folki Pollinus:

-Qué bien le sale a Pepe el sólo de Hotel California!! Lástima que no tenga un pedal.

-Yo, si queréis, os presto una bici.

-Qué cabrón eres!! No me extraña que Ioannis Polux quisiera pegarte!!.

4 comentarios:

O rei Wayavo I dijo...

Sublime

Ponderado.

Estupedofrénico.

Este es el Liber GaeiuaiieuaiieeeuuMBari...!!!!
Queremos más y más y más..!!!

Nada mejor para leer con la resaca...!!!

Si nos pagaran no lo haríamos mejor.!!!!

Anónimo dijo...

He estado un par de días missing pero ya vuelvo. Si tuviera sombrero me lo quitaría, y si tuviera pelo también. Fanástico. Las entregas de la Cavecania tienen que seguir. Deja la puerta abierta, por favor. La última frase acaba de aclararme un pasaje que por no estar presente tenía algo oscuro.

Anónimo dijo...

¿Será capullo? El puñetero programa no me deja meter comentarios con mi nombre y contraseña del blog, pero, ja, he encontrado una vía alternativa con lo del URL, que no sé qué porras es, pero funciona. Mientras que no sepa cómo solucionarlo, entraré por ahí. Estoy de pruebas.

Cesare Camestres dijo...

¿Cómo que no te deja? Que no mentere yo. A veces es un poco caprichoso, pero suele bastar con intentarlo más tarde.