sábado, 14 de marzo de 2009

La venganza de Don Mendo... estupendo, estupendo


Este es un introito improvisado con cierta urgencia. Viene al hilo de comentarios previos poéticos y una cita de Paco rememorando esta descacharrante obra teatral. Merece un homenaje.
Comentuve que he leído y releído mucho "La venganza de Don Mendo" y juro que, como quizás vosotros, me sabía parrafadas enteras, que había memorizado convenientemente. Y no sólo la parte de las siete y media, que era la más común, sino otras tantas, que el paso del tiempo me ha hecho olvidar. Quizás con alguna laguna, alguna, lo de las siete y media todavía podría recitarlo casi entero.
He visto en cine la versión que protagonizó Fernando Fernán Gómez, y en el teatro en Madrid ví a Manolo Gómez Bur, en una versión muy musical. Sé que también la hicieron Saza, Juanjo Menéndez, quizás Tony Leblanc y otros muchos.

He encontrado un breve resumen del primer acto, que es lo que me da tiempo a meter ahora con cierta prisa. No he podido comprobar si está muy cuidado. Intentaré recuperar luego entero el trozo de las siete y media, que merece la pena.

Castilla. Edad Media. El castillo de Don Nuño, Manso del Jarama. Noche.

- “Este canto, juglar, es un encanto, hame gustado desde su principio, y es prodigioso que entre tanto canto no exista ningún ripio.”

Finaliza una velada llena de entretenimientos de época, relatos y romances trovados por juglares. Don Nuño llama a su hija Magdalena, a quien comunica que ha concertado su matrimonio con el Duque de Toro (que obviamente es y será cornudo). Ésta finge estar de acuerdo con la decisión paterna, pero... lleva mucho tiempo viéndose a escondidas con Don Mendo, noble muy venido a menos. En el momento en que Magdalena queda sola, el susodicho hace acto de presencia, trepando por una escala y encontrándose con su “amada”.

- “Magdalena, hoy no vengo a tu lado, cual otras noches, loco, apasionado, porque hoy traigo una pena, que mi pecho desgarra, Magdalena”.

Ante esta compungida actitud la aludida pregunta a Don Mendo el por qué. Este responde que ha perdido todo su dinero en una timba de cartas organizada por su amigo el Marqués de la Moncada, al juego de las siete y media, a manos del Barón de Bedia.

- “Porque no fui yo, no fui, fue el maldito cariñena quien se apoderó de mí”.

Don Mendo culpa al vino de su perdición, y propone a su amada que huyan juntos a otras tierras en busca de mejor suerte. Magdalena se niega; ella le entrega un collar para que lo venda y vaya a guerrear con el Rey, para que reponga su patrimonio. Don Mendo acepta, pero en ese momento hace entrada Don Pero, Duque de Toro. Magdalena huye a tiempo para no ser vista.

-“¿Quién se acerca inoportuno?”
- “Uno”.

Ambos se enzarzan en singular combate, y acaban despertando a todos los del castillo, que entran en escena. Don Nuño, que ha visto violada la intimidad de su castillo promete armar gresca.

-“Aunque anciano, matar a los dos puedo, que cuando empuño la tajante espada ni nadie supo resistir, ni nada hizo borrar la máxima sagrada que hice grabar en su hoja de Toledo: Viva mi dueño, dice como un grito, Viva su madre, añádese en el puño. Y yo ambos gritos con valor repito que está para cumplir lo en ella escrito el brazo de granito de Don Nuño."

Don Mendo, para salvaguardar el honor de su amada, admite que entró en el castillo para robar, siendo apresado inmediatamente por los guardias del castillo. En ese momento Don Nuño hace público el compromiso de su hija con Don Pero, ante los anonadados ojos de Don Mendo, que ve cómo su fidelidad y su palabra es pagada de aquesta manera. Y cómo no, jura venganza.

- “Venganza, cielos, venganza, juro, y al jurar te ofrendo que los siglos en su atruendo harán de mí una enseñanza, pues dejará perduranza la venganza de Don Mendo”.
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A ver, retomo el introito en segunda fase. No sé cómo va a quedar, quizás demasiado largo, pero aquí va el fragmento al que me refería. Merece la pena. Veamos...
MENDO.– (Declamando tristemente.) ¡Magdalena!
Hoy no vengo a tu lado
cual otras noches, loco, apasionado...
porque hoy traigo una pena
que a mi pecho destroza, Magdalena.
MAGDALENA.– ¿Tú triste? ¿Tú apenado? ¿Tú sufriendo?
¿Pero qué estoy oyendo?
Relátame tus cuitas, ¡oh, don Mendo! (Ofreciéndole una dura banqueta, bastante incómoda.)
Acomódate aquí.
MENDO.– Preferiría
aquél, de cuero, blando catrecillo,
pues del arzón, sin duda, vida mía,
tengo no sé si un grano o un barrillo.
MAGDALENA.– ¡Y has venido sufriendo!
MENDO.– ¡Mucho!... ¡Mucho!
MAGDALENA.– ¿Cómo no quieres, di, que te idolatre?
Apóyate en mi brazo, ocupa el catre
y cuéntame tu mal, que ya te escucho. (Ocupa don Mendo un catrecillo de cuero y Magdalena se arrodilla a su lado.
Pausa.)
Ha un rato que te espero, Mendo amado,
¿por qué restas callado?
MENDO.– No resto, no; es que lucho,
pero ya ya mi mutismo ha terminado;
vine a desembuchar y desembucho.
Voy a contarte, amor mío,
la historia de una velada
en el castillo sombrío
del Marqués de la Moncada.
Ayer... ¡triste día el de ayer!...
Antes del anochecer
y en mi alazán caballero
iba yo con mi escudero
por el parque de Alcover,
cuando cerca de la cerca
que pone fin a la aberca
de los predios de Albornoz,
me llamó en alto una voz,
una voz que insistió terca.
Hice en seco una parada,
volví el rostro, y la voz era
del Marqués de la Moncada,
que con otro camarada
estaba al pie de una higuera.
MAGDALENA.– ¿Quién era el otro?
MENDO.– El Barón
de Vedia, un aragonés
antipático y zumbón
que está en casa del Marqués
de huésped o de gorrón.
Hablamos... ¿Y vos qué haceis?
Aburrirme... Y el de Vedia
dijo: No os aburriréis;
os propongo, si queréis,
jugar a las siete y media.
MAGDALENA.– ¿Y por qué marcó esa hora tan rara? Pudo ser luego...
MENDO.– Es que tu inocencia ignora
que a más de una hora, señora,
las siete media es un juego.
MAGDALENA.– ¿Un juego?
MENDO.– Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!
MAGDALENA.– ¿Y tú... don Mendo?
MENDO.– ¡Serena
escúchame, Magdalena,
porque no fui yo... no fui!
Fue el maldito cariñena
que se apoderó de mí.
Entre un vaso y otro vaso
el Barón las cartas dio;
yo vi un cinco, y dije «paso»,
el Marqués creyó otro el caso,
pidió carta... y se pasó.
El Barón dijo «plantado»;
el corazón me dio un brinco;
descubrió el naipe tapado
y era un seis, el mío era un cinco;
el Barón había ganado.
Otra y otra vez jugué,
pero nada conseguí,
quince veces me pasé,
y una vez que me planté
volví mi naipe... y perdí.
Ya mi peculio en un brete
al fin me da Vedia un siete;
le pido naipe al de Vedia,
y Vedia me pone una media
sobre el mugriento tapete.
Mas otro siete él tenía
y también naipe pidió...
y negra suerte la mía,
que siete y media cantó
y me ganó en la porfía...
Mil dineros se llevó,
¡por vida de Satanás!
Y más tarde... ¡qué sé yo!
de boquilla se jugó,
y se ganó diez mil más.
¿Te haces cargo, di, amor mío?
¿Te haces cargo de mis males?
¿Ves ya por qué no sonrío?
¿Comprendes por qué este río
brota de mis lagrimales? (Se seca una lágrima de cada ojo.)
Yo mal no quedo, ¡no quedo!
¡Quién diga que yo un borrón
eché a mi grey que alce el dedo!...
Y como pagar no puedo
los dineros al Barón,
para acabar de sufrir
he decidido... partir
a otras tierras, a otro abrigo.
MAGDALENA.– (Ocultando su alegría.)
¿Qué me dices?... ¿Vas a huir?
MENDO.– Voy a huir, pero contigo.
MAGDALENA.– ¿Perdiste el juicio?
MENDO.– No tal.
Resuelto está, vive Dios.
Y si te parece mal,
aquí mesmo, este puñal (Saca un puñal enorme.)
nos dará muerte a los dos.
Primero lo hundiré en ti,
y te daré muerte, sí,
¡lo juro por Belcebú!
y luego tú misma, tú,
hundes el acero en mí.

25 comentarios:

O rei Wayavo I dijo...

Breve Comentario
sobre Prefacio Sánico



Magnífico cambio de tercio de Mossesba Shaham, como nos avisó sin venganza, traición, hiperbólicamente, en anteriores blablablases.

Me lo he leido una vez, y de la mitad no menterao, lo tengo que leer 3 veces pa empezá a hilar...
no porque esté mal relatado, que es sublime en grado sumo-sacercóncavo,,
La Bujier Máia le pregunto y labrá vihto 7 u 8 veces...

Yo tamien macuerdo de de dehaber asistido a una representación en directo...

y a muchas, en diferido por la Kaha Tónota

O rei Wayavo I dijo...

,No mentero porque estoy cansaíno y se me va la odia una mejina.

Es cojonudo.

Y está drento del hilo universal que tratamos:

lo marçino...

lo leauleáulico...

lo la y lo....

Los Los...

The The...(un grupo)
,

Cesare Camestres dijo...

Entre el Pepe Gaspar y yo, nos la sabíamos entera.

Qué risa

O rei Wayavo I dijo...

para qué valdrá el símbolo:

HOLA

O rei Wayavo I dijo...

ondiaaa

sale azul subrayado...

ah..
conio...


vale para meter un LINK de esos..

ondia...

qué cosa...

O rei Wayavo I dijo...

BIÁ probá..

aunque acabo de ve INTRO NUEVA...

UFFF LO QUE VIHTO..!!!

O rei Wayavo I dijo...

iba poné ehto pero boi parriba ave éso del Ulalio..

jajajajaja


http://manolo-eleremita.blogspot.com/2008/11/la-venganza-de-don-mendo.html

Y pico a ve si va..

Cesare Camestres dijo...

Ha de antiguo la costumbre
mi padre, el Barón de Mies
de descender de su cumbre
y cazar aves con lumbre:
ya sabéis vos cómo es.

En la noche más cerrada
se toma un farol de hierro
que tenga la luz tapada,
se coge una vieja espada
y una esquila o un cencerro
a fin de que al avanzar
el cazador importuno
las aves oigan sonar
la esquila y puedan pensar
que es un animal vacuno;

y en medio de la penumbra
cuando al cabo se columbra
que está cerca el verderol,
se alumbra, se le deslumbra
con la lumbre del farol,
queda el ave temblorosa,
cautelosa, recelosa,
y entonces, sin embarazo,
se le atiza un estacazo,
se le mata, y a otra cosa

Cesare Camestres dijo...

Eso lo soltaba Moncada
que tenía un morro
que sello pissaba

Cesare Camestres dijo...

Que los link en comment se meten dotra manera

Cesare Camestres dijo...

Onde andas Mow, can visto culo y san puesto chieggos

Cesare Camestres dijo...

MAAAAAAARRRRTTTTAAAAAAA

Cesare Camestres dijo...

La mejón versión de Don Mendo, pa mí, era la de Tony Leblanc

Cesare Camestres dijo...

Impresionante.
Uno de Trujillo, La Libertad, Peru, hantrao con "similitudes entre santa luisa de marillac y moisés"






Papretar el culo y no peerese

Cesare Camestres dijo...

¿Cómo no quieres, di, que te idolatre?
Apóyate en mi brazo, ocupa el catre

MOW dijo...

Tengo hoy celebration familiar y estaré missing.
Ya he visto el introito superior, y me temo que no me lo voy a quitar de la cabeza. Imagen espectacular.
Supongo que el máster nos dará explicaciones.

Cesare Camestres dijo...

M: Rey de Castilla y León,
si tu permiso me dieras,
yo trovara una canción
al son del mago danzón
de mis cinco bayaderas.
A: ¿Cinco bayaderas? ¡Vaya!
M: Vedlas, señor. ¡Avanzad!
Dudo que en Hispania haya
desde Cádiz a Vizcaya
nada mejor, Majestad.
Judías son estas tres,
y hacen tan raras estrías
con los brazos y los pies
al danzar, que raro es
no repitan las judías.
Estas otras dos son moras
de la Alpujarra, y compiten
con las otras danzadoras
de tal modo, que repiten
aunque son moras, señoras.

O rei Wayavo I dijo...

Sensacionales dialogos..!!!

Cesare Camestres dijo...

Vamo sblá ki, cay más sitio

Cesare Camestres dijo...

De la del Tony Leblanc no parece caiga ná en yutú

Cesare Camestres dijo...

No era teatro, era una producciíon p la tele.
YO la vi en blanco y negro, pero puede que fuera por esa tele Inter que teníamos y que nos duró mogollón.
Igual la producción era en colorines

Cesare Camestres dijo...

Cuando terminaba una canción, hacía como que taocaba la tabularpa y decía
Guararán, guararán
guararán chipupidú

Cesare Camestres dijo...

Está en el mulo!!!!!!!!!!!!!

Cesare Camestres dijo...

A B si baja, que no la tié mucha hente

Cesare Camestres dijo...

Ya sestá bajando.

Despacino